Manuel Merillas, nuevo campeón de España de carreras por montaña, anima a las nuevas generaciones de corredores a no abandonar las cumbres pese a "los palos" de "un deporte que no se preocupa por su futuro"
Manuel Merillas (Valseco -León-, 1991) no pudo reprimir su "rabia" al irrumpir en la ardiente plaza de toros de Cercedilla. Lanzó una patada voladora a la cinta de campeón, que a duras penas sujetaban dos improvisadas azafatas, y dio al traste con el protocolo que pocos minutos antes se había ensayado, incluidas las palmas del casi centenar de jóvenes promesas que ansiaban ver al ídolo levantar los brazos.
Sí, berciano, leonés... "Porque me siento muy de Valseco, y lo digo allí por dónde paso. Mi casa está en los Picos de Europa... De allí me siento. Luego están las circunstancias de cada momento", afirma con respecto a su convocatoria con la selección de Cantabria -donde reside actualmente-, o su anterior pertenencia al combinado aragonés de carreras por montaña, por su trabajo en el ejército.
Merillas conquistó el Campeonato de España de Carreras por Montaña en Línea el pasado domingo en el Parque Nacional Sierra de Guadarrama. Un título que sirvió para que el berciano sacase "fuera" todos los sinsabores de una temporada de altibajos, marcada por una lesión en el tendón de aquiles de su pie derecho. "Me pasé con el cross y haciendo series con los clavos en pista... Me hice una rotura parcial de cuatro centímetros en el Aquiles. Luego vino una calcificación, bursitis... Un desastre", lamenta el deportista internacional, quien aún así fue cuarto en la Zegama-Aizkorri más épica que se recuerda.
"Manu, ¿por qué nos sacan tanto?"
El corredor de Mataró acompañaba a Merillas y al andaluz Dani García, en un terceto perseguidor que había ido perdiendo miembros según pasaban los kilómetros del Maratón Alpino, pero que no había terminado de recortar la distancia con la cabeza de carrera.
"Yo creo que van demasiado deprisa y que van a acusarlo", le contentó el de Valseco, poco antes de llegar al cresteo de la Bola del Mundo. "Yo sabía cómo iba a ser la carrera. Había que dejarles hacer a los dos vascos, porque iban a intentarlo desde lejos... Pero en el cresteo de la Bola del Mundo les recortamos muchísimo y antes del descenso ya les habíamos pasado", explica Merillas.
Vía libre y aceleración para marcharse en la bajada -esa locura transitoria o no tanto del berciano- para lanzar una patada en meta y dibujar la parte del sueño de 'cocampeonar' el Nacional de Carreras junto a su chica.
"Ahora es el momento de disfrutar. Nadie me ha regalado nada. Para un deportista no poder entrenar se convierte en una obsesión... Pensar que estas recuperado tras cinco días muy buenos, y venirte abajo tras una nueva recaída con uno o dos días muy malos... Y lo pagas con todo el mundo. Discutes con las personas que quieres... Por eso mi patada... Ahora a esperar que el esguince se cure", señala.
"Lo que les pasó a los cadetes y a los junior en Cercedilla es una prueba más de que en este deporte de crío no te apoya nadie, y es una pena, porque muchos lo dejan porque creen que no merece la pena. Yo seguí, pese a los palos. Aquí solo llegas a arriba por huevos, porque nadie se preocupa por tu futuro", concluye.
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