sábado, 14 de marzo de 2015

"Tarde o temprano correré con Kilian, pero mi prioridad es mejorar como 'speed climber'"


Karl Egloff desnuda su polifacética vida en Ponferrada, señala al Mont Blanc como su próximo objetivo y no rehúsa competir con Jornet en alguna prueba "de 50 o 60 kilómetros"


Karl Egloff descubrió a Kilian Jornet en 2013. Muy poco antes el deportista ecuato-suizo se había descubierto a sí mismo. Futbolista, ciclista, guía de alta montaña, hasta vendedor de Haagen dazs, con el cantante de Aerosmith de por medio, y vidas paralelas en Turquía, Egipto o Isla Margarita.

Sí, Egloff, a sus casi 34 años y mitómano de la montaña desde bien pequeñito, puede presumir "de haber vivido mucho", pese a que no hace tanto afrontó la crisis de 'los 30' ofuscado con qué camino seguir. "No tenía casa, ni carro, ni atisbos de una relación formal", admite con una sonrisa que denota un nuevo rumbo en su existencia, incluida la petición de mano a su prometida en el Aconcagua, la montaña que lo cambió todo hace poco menos de un mes.

Egloff saluda a un asistente a su charla en Ponferrada. /JUAN J. LÓPEZ-TRAILCYL.COM Sin embargo, la historia de este deportista enfermizo, que entrenaba medias maratones en el Kilimanjaro en los descanso de su faceta de guía de alta montaña o que corría de pueblo en pueblo mientras sus turistas cruzaban el río Nilo fotografiándole, comenzó a decantarse unos años antes. "Todo cambió con la ascensión al volcán Cotopaxi en 2013. El corredor del trail y ahora compañero en mis expediciones Nicolás Miranda me invitó a intentar el récord junto a él de esta montaña, y los resultados fueron tan buenos que me insistió en que me dedicara a esto", recuerda Egloff, protagonista de los actos previos de la Carrera por Montaña Alto Sil, en Ponferrada.

De futbolista frustrado en el Deportivo Quito, donde se dio cuenta de que prefería los deportes individuales tras una lesión, a ciclista en el top 80 de la UCI ProTour en 2012, para finalmente convertirse en el hombre de la montaña del momento, en su recién estrenada faceta de 'speed climber' o escalador en velocidad y sus ganas de devorar nuevos récords. "No vivo obsesionado con ello, pero sí soy consciente de que en esta nueva faceta de la montaña queda mucho camino por recorrer. Soy consciente de que he batido dos récords, pero que estos son superables con más preparación. Al Kilimanjaro -en agosto de 2014- fui con un maillot de ciclista para poder meterme en los bolsillos de atrás mi 'samsung', los geles... Para mí, el concepto de 'ultraligero' era algo novedoso", admite con una ingenuidad que contrasta con el tamaño de sus últimas proezas.

Meses después de su debut plusmarquista en el gigante africano, el Aconcagua, o lo que es lo mismo, la cima de Sudamérica, le esperaba. "Enfrentarse a Kilian en un intento de récord es como jugar un partido de fútbol contra Messi. Sabía que la preparación tenía que ser exhaustiva. No podía repetir los mismos errores que en el Kilimanjaro, pese a que los resultados hubiesen sido buenos", señala el deportista de Mammut.

Con más apoyos y un equipo de colaboradores, Egloff aprovechó un viaje de trabajo para desafiar de nuevo al cronómetro, esta vez en Argentina. "Yo no sabía que poco antes Kilian iba a intentar batir el récord. De hecho, me llevé las manos a la cabeza cuando lo supe. No podía cambiar la fecha porque yo iba a trabajar como guía, y tenía los días de febrero cerrados desde hacía meses", defiende Egloff, quien trata de apagar así las críticas. "Cualquiera sabe que febrero no es la mejor fecha para emprender ningún récord en el Aconcagua", añade.

Así que poco tiempo después de que Kilian Jornet -un personaje mucho más conocido ya para Egloff que en 2013- batiera el récord de ascenso y descenso al Aconcangua, el sudamericano se lanzó a su nueva empresa. "Me centré en batirle. Tenía en mi cabeza constantemente los tiempos. Sabía que tenía que meterle tiempo en la subida. Yo cuando voy a competir no voy pensando en disfrutar, si no en completar mi meta. Disfruto de la montaña cuando me aclimato, cuando entreno...", indica.

Con esta premisa, Karl -el mismo que suspiraba por poder dar rienda suelta a sus instintos deportivos encima de una bicicleta o dando patadas a un balón- se convertía a mediados del pasado mes de febrero en el hombre más rápido en el Aconcagua, una gesta que le ha valido el salto a la fama. "Ha sido un empujón. Ahora me llaman de muchos sitios para dar conferencias. Me invitan a carreras... Aún no me lo creo", admite.


"Correré contra Kilian tarde o temprano"

Karl Egloff, durante su conferencia en Ponferrada. / JUAN J. LÓPEZ-TRAILCYL.COM Precisamente, las carreras por montaña son esa otra gran especialidad que se abre ante Karl. "Yo no soy corredor, me considero montañero", señala. "Soy un recién llegado a esto", agrega, pese a que ya sabe lo que es ganar en una prueba del prestigio de los Andes Infernal. "Aún no me veo capacitado para competir en pruebas largas", expresa antes de responder a la gran duda. "¿Correr contra Kilian? Creo que es algo que tarde o temprano pasará, eso sí, nunca en pruebas de más de 50 o 60 kilómetros", defiende el ecuato-suizo.

"Para mí, Kilian es un referente. No dudaría en pedirle un autógrafo como seguidor que ahora soy de él. Me ha ayudado mucho a llegar donde estoy ahora mismo", afirma Egloff, pese a no conocer aún al deportista español.

El sudamericano, pese a la imposibilidad de evitar las comparaciones, asegura que no persigue las mismas metas que Kilian. "Tengo mis propios objetivos, aunque en muchos casos estos impliquen montañas que Kilian ya ha ascendido en esta nueva modalidad deportiva. Seguro que hay muchas más personas inmersas en estos objetivos", defiende Egloff.

La próxima aventura de Karl estará en Europa "si todo sale según lo previsto". "Me gustaría intentar el récord del Mont Blanc y después del McKinley", advierte con un destello en los ojos que certifica que el hambre de Egloff no cesará a corto plazo. ¿Y el Everest? "También, pero aún no estoy preparado", concluye con la sonrisa de quien ha encontrado el camino, sea este en una bicicleta, con un balón o a toda velocidad a miles de metros de altura.



                                                                                            



                                                                                             

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